Educadora... más que una
profesión
¿Sabe usted qué grande es la responsabilidad de
acompañar a un niño pequeño en su desarrollo y ayudarle a ser sociable,
formarse con buenos hábitos y consolidar su identidad de manera equilibrada?
A través de las décadas gran
parte de la sociedad no ha sabido darle el valor y la importancia al trabajo
desempeñado día tras día por las educadoras, ya que se nos ve como personas
cuidadoras y no como formadoras del desarrollo de los infantes.
En realidad las educadoras del
ayer y del ahora no exigen honores, reconocimientos o méritos, simplemente el
respeto, apoyo, cooperación y un trabajo colaborativo no sólo de los padres de
familia, sino de la comunidad a la que pertenece una institución como es el
Jardín de Niños.
¿La educación preescolar es
una preparación para la primaria? Mucha gente cree que al llevar a sus hijos a
un Jardín de Niños es para que se vayan adaptando al rol de una escuela, así
como también que los cuiden y los entretengan solamente para llenar el
requisito de hoy en día de la educación básica, o bien por otra parte nos piden
enseñar a los niños a que lean y escriban, sin embargo estas capacidades
conllevan un proceso, primeramente debemos desarrollar otras habilidades y
destrezas para llegar al objetivo deseado por los padres, pero hay que tomar en
cuenta cuáles son las necesidades e intereses de los pupilos tras nuestras
planeaciones sistemáticas y fundamentadas de las acciones que se desarrollarán
con ellos, lo que sí es importante decir es que resulta una actividad muy
gratificante.
Son muchas las cosas que los
niños aprenden con la guía de la educadora, quien se da a la tarea de preparar
y prever ambientes de aprendizaje para que el niño o la niña tenga experiencias
significativas que le permitan construir conocimientos útiles a su vida. Ya que
parte de nuestro trabajo es desarrollar competencias, afectivas, sociales, lingüísticas,
motoras, cognitivas y artísticas, así como favorecer sus hábitos de higiene.
Considerando que el niño es un ser integral y que en sus primeros seis años de
vida se logra el desarrollo óptimo, ya que los infantes aprenderán más en esta
etapa que durante toda su vida, por lo cual es un gran reto y una gran
responsabilidad para nosotros y para la comunidad ya que éste debe ser un
trabajo colaborativo donde nuestro primordial objetivo es Formar y Educar para
la Vida.
Como educadoras debemos tener
habilidades, destrezas y capacidades que implican no ser adultas infantiles,
sino ponernos a un nivel de los niños desarrollando habilidades comunicativas y
lingüísticas, llevando en nuestra apariencia seguridad y confianza para
trasmitirla a los niños; cabe destacar que ser innovadora, flexible, creativa,
tolerante, paciente, alegre, activa, dinámica, tener todo esto como educadora
nos ayuda a reforzar nuestros propósitos, ya que siempre los tenemos presentes
y de esta manera tener un ambiente escolar favorable y agradable.
Con el fin de cumplir los
propósitos de la educación preescolar, así como llegar a formar niños con
valores, con seguridad, con un amplio vocabulario y conocimientos, infantes
autónomos, independientes, que sean capaces de resolver pequeños problemas, que
lleguen a una adaptación hacia el entorno en el que vivimos tanto social como
natural, todo esto y más es lo que proporcionamos, claro tomando en cuenta el
apoyo y la cooperación de los padres de familia para que en realidad sea un
trabajo fructífero, y llegar a tener una gran satisfacción con los logros
obtenidos de cada alumno.
Felicidades a nuestras
educadoras que mañana tras mañana hacen su mayor esfuerzo en una constante
lucha para formar a los niños y niñas del futuro.
Extraído del periódico “El Siglo de Durango” con fecha del
día jueves 26 de abril de 2007. AQUI
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