
Su inseguridad es mayor si los padres no sabemos qué hacer frente a ellos y dudamos del comportamiento que debemos seguir.
La angustia de los hijos aumenta cuando se dan cuenta del desconcierto que se les transmite desde el mundo adulto, cuando a su complicado estado natural se le añade la confusión e incertidumbre de unos padres que decimos ser más fuertes, más seguros y más capaces que ellos, pero que no siempre lo parecemos.
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